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La educación de María, siglo XVIII

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Este óleo y témpera sobre tabla ( 48.5 x 32 cm)  muestra a dos figuras femeninas con una evidente desproporción entre ellas. La figura de mayor tamaño se encuentra sentada en una silla frailera con apoyabrazos y patas rojas. Cubre su cabeza con un velo blanco, viste túnica verde y manto amarillo. La figura más pequeña se encuentra de pie, con un pequeño libro entre sus manos. Viste túnica blanca y manto azul. Ambas figuras llevan aureolas en sus cabezas. Se encuentran en un espacio cerrado, con fondo neutro oscuro, y una estructura arquitectónica: columnas de orden toscano que sostienen un arco que simula ser de piedra. La tabla posee un marco de madera policromado en rojo y amarillo. Anónimo, La educación de María El cuadro representa a Santa Ana, madre de la Virgen María y esposa de San Joaquín, en el momento de enseñarle a su pequeña hija a leer. Se trata de un tema tardío, que surge en el arte europeo hacia finales de la Edad Media. A pesar de no hallarse ninguna referencia sobre

La Virgen de la Candelaria

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Una de las piezas más interesantes que nos ha tocado estudiar es esta talla de la Virgen de la Candelaria . Una escultura, sin firma, en madera de cedro, policromada, encarnada y estofada, de unos 107 cm de alto aproximadamente.  Lázaro González de Ocampo, Virgen de la Candelaria, ca. 1703 La pieza representa a la Virgen de la Candelaria, una advocación mariana muy popular en América del Sur, que representa la purificación de María siguiendo las leyes mosaicas. Según el Evangelio de San Lucas (2, 22-40) a los cuarenta días después del nacimiento de Jesús, María se presentó junto a su hijo en el templo portando las ofrendas (unos pichones) y cinco ciclos de plata. En el templo la esperaba el anciano Simeón, quien reconoció el carácter divino del niño presentado profetizando que una espada (símbolo de un gran dolor) atravesaría el corazón de esa joven madre. La ofrenda de los pichones o palomas era propia de las familias judías pobres, ya que lo usual era entregar un cordero a cambio d

Virgen del Rosario con Niño Jesús, siglo XVIII

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La iconografía de la Virgen del Rosario se   crea en el siglo XV y se difunde ampliamente gracias a la orden de los Predicadores o Dominicos, quienes la convirtieron en su patrona.  A diferencia de otras advocaciones marianas como la Merced o el Carmen , la Virgen del Rosario no viste el hábito dominico, sino su tradicional vestido rojo con túnica azul marina. Por lo que el rosario se convierte en el principal atributo que nos permite identificarla. Es precisamente la presencia del rosario lo que nos ayuda a titular este cuadro anónimo (51 x 67 cm) que sigue un modelo ampliamente desarrollado por artistas como Juan Pedro López (1724-1787) y el Taller de los Landaeta (mediados del siglo XVIII), por lo que podemos afirmar que se trata de una pintura de manufactura caraqueña de finales del siglo XVIII. Lamentablemente, no posee ningún elemento estilístico que nos permita atribuirla a alguno de los pocos pintores identificados que trabajaron en Caracas durante esos años. El autor evidenci

Huida a Egipto: Un anónimo cusqueño en Caracas

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La escuela cusqueña es un término creado por la historiografía del arte peruano para agrupar a los talleres de artistas indígenas que pintaban de manera anónima y masiva para todo el altiplano andino y regiones más lejanas como Chile y Argentina durante los siglos XVII y XVIII. Sus obras se caracterizan por la presencia de paisajes repletos de vegetación, con flores, pájaros, y gamas cromáticas variadas y contrastantes. Es frecuente el uso del brocateado en pan de oro molido que ornamenta las vestimentas de los personajes. Estas características se aprecian en una pintura al óleo sobre tela (79 x 66 cm con marco) conservada en una colección privada en Caracas. Posiblemente la pieza fue adquirida durante las primeras décadas del siglo XX en algún anticuario. Anónimo cusqueño, Huida a Egipto, siglo XVIII. En esta pintura se representa el episodio de la Huida a Egipto,  el cual solo es mencionado por el evangelista Mateo (2:13-18). En su narración el suceso ocurre tras la presentación de

Una Dolorosa inspirada en Andrés Merino

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El uso de estampas como fuentes de inspiración en el arte colonial es algo muy común, en una época en la cual la originalidad no era un objetivo entre los artistas. Muy por el contrario, contar con una imagen que previamente habría sido revisada y aprobada por la Iglesia, le evitaba al artista tener que lidiar con la engorrosa tarea de investigar la correcta iconografía de cada tema a representar.  Por ello muchos artistas atesoraban colecciones de estampas entre sus instrumentos de trabajo. A su vez, la posibilidad de contar con una estampa del tema a representar le permitía al cliente poder exigir un tema específico con la seguridad de recibir exactamente lo que habría solicitado. Todo esto no significa que el artista se limitara a copiar las estampas de una manera pasiva. En infinidad de ocasiones encontramos combinaciones de estampas diversas en una misma obra, y en otras, pequeños cambios que facilitaban o complejizaban el tema representado, según los intereses del artista. Tambié

Las Benditas ánimas del Purgatorio

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Los cuadros que representan a las Benditas ánimas del Purgatorio frecuentemente se confunden con imágenes del Infierno o del Juicio Final . Sin embargo, la clave para su correcta identificación se halla en las figuras de las ánimas o almas que se encuentran en la parte inferior de estas composiciones. Según el  dogma católico del Purgatorio configurado durante el siglo XII, se trata de un lugar de paso tras la muerte, en cual las almas de los cristianos fallecidos purgan sus pecados a través de un fuego purificador antes de ingresar al cielo. Por ello, las ánimas se encuentran serenas y confiadas en su futura salvación. Este punto es clave en la iconografía: las ánimas se muestran orantes y esperanzadas dirigiendo su mirada hacia el cielo, porque saben que su paso por este espacio es transitorio, a diferencia del infierno que es eterno. A su vez, no encontramos la presencia de demonios atormentadores, que son abundantes en las representaciones infernales.  Anónimo, Las benditas ánima

Un San Francisco de Asís inspirado en Cornelis van Merlen

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Este pequeño lienzo (36 x 47 cm con marco) pintado en Venezuela durante la época colonial está inspirado en una estampa del grabador flamenco Cornelis van Merlen (1649-1728) posiblemente elaborada entre 1680 a 1720, que reproduce una obra del pintor italiano Guido Reni (1575-1642), conservada actualmente en el Louvre. Esta estampa tuvo difusión en el continente americano cuando encontramos otro cuadro semejante en la Catedral de Puno (Perú), aunque con una policromía totalmente distinta a la pieza en estudio.  Cornelis van Merlen, San Francisco de Asís. La pintura anónima, conservada en una colección privada caraqueña, posee ligeras variantes en la naturaleza circundante al santo. Su hábito se ha pintado en castaño brillante, mientras en el resto se ha optado por una policromía oscura que resalta tanto la figura del santo como el cielo del fondo en tonalidades azules y crema muy suaves. La imagen muestra al santo en estado de trance, sus ojos dirigidos al cielo, desde donde recibe toda