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Mostrando las entradas de mayo, 2009

V Encuentro Internacional sobre Barroco. Entre cielos e infiernos

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17, 18, 19 y 20 de junio de 2009. La Paz – Bolivia. Organizan Unión Latina y Griso. Universidad de Navarra Con el apoyo de: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID Gobierno Municipal de La Paz Consulado General de Chile Embajada de Brasil Embajada de España Embajada de Colombia Embajada del Perú Embajada de Costa Rica Graftec Universidad Nuestra Señora de La Paz Musef Lugar y Fecha 17, 18, 19 y 20 de junio de 2009. La Paz, Bolivia. Costo El costo es de 150 (ciento cincuenta bolivianos 00/100) Encuentro 2009 • El año 2009, y en el marco del Bicentenario de la Revolución y La Paz Capital Iberoamericana de la Cultura, se realizará el V Encuentro Internacional sobre Barroco, que pretende reflexionar y contribuir a la valorización de la riqueza del patrimonio cultural tangible e intangible de los siglos XVI al XVIII, con proyecciones al siglo XXI. • Reunirá a especialistas que presentarán sus últimas investigaciones en los campos de la arquitectura, e

La pintura colonial en Venezuela (última parte)

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La pintura durante el siglo XVIII El siglo XVIII se constituyó en un importante período de nuestra historia. Los siglos anteriores habían sido años de conquista y colonización del extenso territorio que configuraría después nuestra nación. En 1776 se creó la Intendencia y en el siguiente se constituyó la Gran Capitanía de las Provincias Unidas de Venezuela, siendo Caracas la sede del poder administrativo. Se le anexan por decreto imperial las provincias de Maracaibo, Cumaná, Margarita y Guayana, creándose en 1786 la provincia de Barinas. Hasta esa fecha las provincias habían estado sometidas a la Capitanía General de Nueva Granada en cuanto a los asuntos políticos, y a las Audiencias de Santo Domingo hasta 1717 y posteriormente a la de Bogotá en cuanto a los asuntos judiciales. En la provincia de Caracas vivía la mitad de la población, se cosechaba el ochenta por ciento del Cacao y la totalidad del café y del añil de toda Venezuela. En el Puerto de la Guaira se efectuaba el noventa por

La pintura colonial en Venezuela (3)

La pintura durante el siglo XVII El siglo XVII marca en nuestro territorio los inicios de la actividad plástica al consolidarse el proceso de colonización. La pobreza aparente de la provincia en contraste con las riquezas que producían los virreinatos había retardado en demasía este proceso, además del escaso interés colonizador que mostró la gobernación de los banqueros alemanes Welser más preocupados por hallar riquezas fáciles, unido a los constantes ataques de piratas holandeses, franceses e ingleses que devastaban los pueblos costeros. Desde la población de El Tocuyo fundada el 7 de diciembre de 1545, se organizaban las expediciones hacia el centro del país. Este poblado fue una de las primeras ciudades a finales del siglo XVII que comenzó sus actividades artísticas locales. Otros núcleos artísticos importantes se desarrollaron en Barquisimeto, Maracaibo, Mérida, Valencia, San Carlos y la Isla de Margarita. Es de considerar la llegada de artífices europeos que fundaron sus modes

La pintura colonial en Venezuela (2)

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La Pintura durante el siglo XVI El siglo XVI se caracterizó por ser años de conquista y exploración del ancho y desconocido territorio. En la tripulación del primer viaje de Alonso de Ojeda (1499) se menciona a un pintor simplemente llamado Juan. Posiblemente el primer artista que llegó a nuestro territorio, aunque quizá con la intención de dibujar mapas que describieran la geografía de las nuevas costas. Muchos de los iniciales conquistadores no se caracterizaron por su alto nivel cultural, a menudo eran analfabetos reclutados en tabernas, calles, plazas e iglesias, aventureros buscadores de fortuna. Pero ante los peligros que corrían en estos lares desconocidos, se debía acentuar su religiosidad en la plegaria a los santos protectores, únicos aliados ante los enemigos: enfermedades, flechas, plagas, y animales. Este ambiente, a la vez peligroso y fascinante del paraje americano, debía agudizar su necesidad de protección divina. El conquistador portaba, sin duda, pequeñas imágenes de